BigBug | Review

El aclamado director Jean-Pierre Jeunet (Amelie) crea una comedia estrafalaria y futurista sobre una revuelta de androides.

BigBug (2022)
Puntuación: ★★★
Dirección: Jean-Pierre Jeunet
Reparto: Elsa Zylberstein, Isabelle Nanty, Claude Perron, Stéphane De Groodt, Youssef Hajdi, Claire Chust y François Levantal
Disponible: Netflix

A lo largo de su carrera, el director Jean-Pierre Jeunet ha mostrado tener una visión muy peculiar sobre los seres humanos imperfectos, peculiares y divertidos, y en esta nueva propuesta lo vuelve a trabajar, al crear todo un mundo absurdo donde todo está mecanizado pero nada funciona correctamente, la vida cotidiana se convierte en una absurda parodia de fallas, errores de comunicación, errores del sistema y errores de alarma. Como es costumbre en el cine de Jeunet, uno de los temas favoritos es satirizar a la burocracia francesa, y su nueva obra juega con esas grietas; Bigbug.

La cinta al mismo tiempo hace un enfoque explícito sobre el uso de la tecnología literalmente descabellado, incluso sorprendente o irónico debido a que la cinta es una producción de la plataforma de Netflix, una marca líder en temas tecnológicos.

Jeunet coloca la acción de lleno en las ocurrencias de los androides, creados con efectos prácticos y un vecindario prefabricado con bastante CGI que no disimula. La cinta gira en torno a una revolución entre unos robots de generación un poco más avanzada que ven a los humanos como criaturas poco intelectuales que viven atascadas en su propio mundo, pero estos últimos tienen la ayuda de los robots domésticos, seres que viven con las personas y que ellos consideran que son familia.

El giro del filme juega entre las ocurrencias que van viviendo los personajes humanos con respecto a las cosas que hacen los robots domésticos, en ocasiones estos no son dignos de confianza pero tampoco es que los humanos los sean, por lo cual el debate se mueve en todo momento.

Un elemento que juega bastante papel en la trama es la casa donde están encerrados nuestros protagonistas, dentro del lugar vemos como se pasa reproduciendo un televisor llamado Alice (Elsa Zylberstein), que se mantiene en orden gracias a una aspiradora que parece un cortocircuito, también hay un busto parlante llamado Albert Einstein que camina sobre patas en forma de araña animatrónica y por último está la doncella Monique (Claude Perron). Ellos tres son robots “amigables” y serviciales cuando no están fríos, porque en ocasiones dejan mucho que desear.

La cámara de Jeunet se entrega a la construcción de un universo que lleva su combinación característica de morbosidad y tontería a un registro más brillante y animado. En la cocina retrofuturista de color verde azulado, Monique saca grillos nutritivos de una caja como cereal, y en la televisión, el programa “Homo Ridiculus” somete a los humanos a escenarios humillantes para diversión de los Yonyx. Fuera de la ventana, los drones ambulantes hacen sonar anuncios personalizados para el estado que está en deterioro. El tono se mantiene ligero incluso cuando entra en acción un robo-fascista, que quema varios libros (una metáfora nada sutil).

Pese a todo lo maravilloso que sea la apuesta visual del filme y la construcción del mundo que plantea Jean-Pierre Jeunet, el material le falta fuerza y desarrollo, especialmente lo que tiene que ver con los personajes, ya que muchos terminan siendo bocetos arquetípicos de la propia sociedad que trata de dibujar.

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