El bastardo | Review

Mads Mikkelsen interpreta a un capitán del ejército retirado que intenta lograr un asentamiento en el páramo de Jutlandia en 1755, un paisaje inhóspito donde no crecen los cultivos en este western nórdico simplemente fascinante.
El Bastardo (2023)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Nikolaj Arcel
Reparto: Mads Mikkelsen, Amanda Collin, Simon Bennebjerg, Kristine Kujath Thorp y Gustav Lindh
Disponible: VOD Google Play

El Bastardo es el regreso al cine del cineasta danés Nikolaj Arcel, después de intentar llevar a la pantalla grande la adaptación de la novela de Stephen King, La Torre Oscura, y para este regreso se vuelve a reunir con Mads Mikkelsen, quien protagonizó la película nominada al Oscar, A Royal Affair (2012). Este nuevo filme gira en torno al sentimiento de arrogancia, el orgullo y las ansias de poder.

Basada en la novela de Ida Jessen The Captain and Ann Barbara, el filme sigue a un capitán del ejército retirado de origen humilde llamado Ludvig Kahlen (un Mads Mikkelsen serio y siniestramente provocador) que responde al llamado del rey danés en 1755, donde se propone colonizar y cultivar los páramos áridos de Jutlandia. Pero su modesto progreso pronto se ve obstaculizado por el terrateniente local, Frederik De Schinkel (Simon Bennebjerg), un hombre cruel y déspota que se cree el legítimo propietario de las tierras del páramo. Kahlen no estará solo en esta lucha de poder, en su juego hay dos mujeres que serán clave en las crecientes tensiones entre los hombres: Edel (Kristine Kujath Thorp) es la prima con la que De Schinkel espera casarse; Ann-Barbara (Amanda Collin) una ingeniosa campesina que, junto con su marido, escapan de las manos de De Schinkel. El Bastardo es una cinta que camina en las líneas de ser western, pero a lo nórdico, donde los elementos salvajes son fríos y áridos como las tierras donde ocurre la lucha de egos.

Ludvig es un hombre que siempre ha tenido que demostrar su valía: el título danés de la película, Bastarden, explica sucintamente la mancha de su ilegitimidad y su lucha por ganarse el respeto y la aceptación. Los militares le dieron esa oportunidad y, aunque está retirado, Ludvig luce con orgullo su uniforme ahora bastante viejo junto con su comportamiento íntegro de soldado. Donde el rigor y el orden solo lo pueden llevar hasta cierto punto, pero cuando se tiene que enfrentar con De Schinkel su orden natural de vida cambia y el caos reina en su vida. 

Las tierras poco prometedoras, con su luz apagada cubierta de musgo y su horizonte amplio y plano, es tan brutalmente indiferente al sudor y el trabajo de Ludvig como el monarca empapado de alcohol en cuyo nombre carga el lugar. Pero si bien la naturaleza es cruel, no tiene nada que ver con De Schinkel, un sádico risueño y acicalado que considera que torturar a un hombre hasta la muerte es un entretenimiento ligero. Simon Bennebjerg es simplemente fantástico en el papel, exprimiendo hasta la última gota esa malicia sonriente que carga su personaje mezquino cuyo padre favorecía abiertamente a sus perros sobre su hijo y heredero. La amenaza de violencia en la película es apoyada por una partitura que suena como si hubiera salido de las entrañas de la propia tierra que está en juego.

Un detalle que vale destacar en el filme es que los personajes femeninos están construidos al mismo nivel que los masculinos, las dos mujeres importantes en la trama juegan un papel fundamental en el desarrollo de la trama, no son simplemente peones u objetos narrativos. El nivel de desarrollo de ambas igualan la capacidad masculina de excesos sangrientos. Los hombres son impulsados ​​por el orgullo y la codicia, las mujeres por la necesidad básica de supervivencia. Edel, atrapada en una jaula dorada por un padre ambicioso que insiste en que se case por dinero, ve en el sobrio Capitán una alternativa al insoportable destino de casarse con su prima. Por otro lado, Ann-Barbara supera la desgracia de su vida anterior como ama de llaves de Ludvig, pero deja claro desde el principio que ella es su igual, y no su sirvienta. Y luego está Anmai Mus (Hagberg Melina), una pequeña niña romaní, perseguida por los lugareños por su piel oscura, que elige a Ludvig y Ann-Barbara como sus padres adoptivos.

El acto final es simplemente atractivo, no solo por la forma en que se dan los eventos, si no en la forma que el filme lleva al personaje Ludvig a aprender su lección, es verdad que es un poco tarde, pero finalmente se da cuenta de que hay más en la vida que el estatus y los títulos nobles, y todo es gracias a las mujeres que lo rodean.

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