Saltburn | Review

Emerald Fennell regresa al cine tras el éxito Promising Young Woman con una película cargada de giros deslumbrantes, retorcidos y fascinantes, todo sostenido con grandes actuaciones de Rosamund Pike, Barry Keoghan y una roba escenas Carey Mulligan. 
Saltburn (2023)
Puntuación: ★★★★½
Dirección: Emerald Fennell
Reparto: Barry Keoghan, Jacob Elordi, Archie Madekwe, Rosamund Pike, Richard E. Grant, Carey Mulligan, Alison Oliver y Paul Rhys
Disponible: Prime Video

Tras el exitoso debut de 2020 Promising Young Woman, la cineasta Emerald Fennell está de regreso con una descarnada sátira/golpe de clase llamada: Saltburn, una cinta que juega con varias ideas literarias como Brideshead Revisited de Waugh, claramente, The Talented Mr. Ripley de Patricia Highsmith. Pero si recuerda algo visualmente, es ese retrato icónico de David LaChapelle de Alexander McQueen e Isabella Blow afuera de un castillo de Hedingham. Y como resultado final, Fennell crea un cóctel de explosiones en un viaje narrativamente entretenido y ruidoso sostenido por un magnético Barry Keoghan que no deja nada a la imaginación.

Ya en su primera película, Fennell demostró que no tenía miedo de crear provocaciones, y fiel a ese aspecto su nueva obra sigue el mismo marco, ahora fusionando las ideas de Waugh y Highsmith. El estudiante de primer año de Keoghan en Oxford, Oliver Quick, sigue los mismos pasos que Charles Ryder mientras examina el Bodliean, solo que estamos en 2006, no antes de la guerra. Los colores del director de fotografía Linus Sandgren están ricamente saturados y la música de apertura entona los Himnos de la Coronación de Zadok The Priest sobre créditos que utilizan una fuente de escritura casi medieval que gritan la “diversión por venir”.

Fennell ahora utiliza el término ‘cine pop’ para definir su trabajo, y esta es una película oscuramente divertida que se puede convertir en una sensación pop o una obra de culto con el paso de los años, pero la verdad es que cuando las personas la vean no los dejará indiferentes, sea por la trama, por sus giros, por su final o simplemente por el conjunto que es. 

Como dijimos el primer pilar del filme es Brideshead, solo que en tiempos más modernos, aquí el estudiante Oliver, llega a Oxford y se da cuenta de que el orden social allí ha sido inamovible, y él no está incluido. Al compartir tutor con el seductor Farleigh (Archie Madekwe), se acerca al magnético personaje de Felix Catton/Sebastian Flyte (Jacob Elordi), aunque eventualmente tendrán un encuentro casual por una bicicleta rota, detalle que Oliver se ofrece a ayudarle dándole la de él, lo que genera en Felix una simpatía para luego una amistad, o sea su nuevo proyecto, su mascota, su caridad, o tal vez simplemente sienta que puede relajarse con él de la misma manera que no puede hacerlo con otros miembros, todo eso adornado por la triste historia de Oliver sobre padres drogadictos y una infancia solitaria, cuyo resultado será que Félix invite a su nuevo amigo a pasar el verano en su casa familiar en Saltburn.

Fennell comienza a deshacerse de Waugh una vez que la trama se instala en el castillo, y es ahí donde conoceremos a los excéntricos personajes de sangre azul, Lady Elspeth Catton (la maravillosa Rosamund Pike) y a Sir James, interpretado con una perfección genuina por Richard E. Grant, dos personajes muy al estilo del imaginario de Fennell, ambos son mordaces, pasan haciendo observaciones con su asombrosa franqueza. Luego conoceremos a los parásitos y dependientes de ‘Saltburn’, en particular a la rehabilitada ‘Pobre y querida Pamela’ (Carey Mulligan): “Papá siempre decía que terminaría en el fondo del Támesis”, comenta en un momento la triste prima, mientras Lady Elspeth detiene la conversación para darle la bienvenida cautelosamente a Oliver a su redil, y así convertirlo en su nuevo proyecto favorito. El clan también incluye al primo empobrecido Farliegh (Archie Madekwe) y a la hermana ‘sexualmente incontinente’ de Félix, Venetia (Alison Oliver), que también sufre de bulimia. “Ya sabes, ¿dos dedos para el pudín?”, explica la ex It Girl Lady Elspeth, quien insiste en que ella fue la inspiración para el tema ‘Common People’ de Pulp.

Ya presentados los personajes en todo su ámbito y sus dinámicas, eso incluye una cena incómodamente barroca donde los ricos conocen el karaoke; Fennell enciende su modo homoerótico y comienza a quitarse los guantes, para llevarnos a donde quería, y esto es ponernos a Oliver a trabajar, en más de un sentido, sin mencionar que lame una bañera hasta dejarla limpia. Su obsesión por Félix no está consumada, por lo que se acerca a Farleigh y también a Venetia, por si acaso. Para eso, la directora toma algunas decisiones audaces sin miedo, incluso hacer un corte interesante, pero ese sacrificio nos conduce a la secuencia final más entretenida que verás este año, y solo por eso todo puede ser perdonado.

Realmente el éxito de la película no solo es de Fennell, si no es por la complicidad y entrega de Keoghan, aquí el joven actor se compromete al cien, y cuando decimos al cien es al cien, hace todo con cuerpo, su rostro y sus ojos que pueden cambiar con una sombra de escena a escena, es imposible concebir que otro actor de su generación pueda lograr lo que hace aquí. Hablando de eso, Saltburn también es un escaparate brillante para Elordi, Madekwe y Owen, ya que los tres logran mostrar ese magnetismo que se necesita para la historia. 

Saltburn es bastante bizarra, retorcida y un poco exagerada, pero entre todo eso es incluso contenida, mantiene sus límites estéticos, lo que es parte de su encanto, así que si alguien busca algo casi porno, vulgar o grotesco estarán pocos satisfechos: la producción de Fennell lo toma como leído, en lugar de insistir en esos detalles. Fennell mantiene su garbo y su clase en todo momento, ya que estos personajes son cultos, por eso no es raro ver como Felix puede señalar a Rembrandt y Holstein en una oración, y así es como camina en gran parte de la película, pero la cámara está más interesada en Keoghan y Pike e incluso en el agua del baño de Felix que en los jardines o los picnics.

Saltburn es una cinta que juega con todo lo que tiene y puede, hay unos giros ampliamente adivinables, pero es parte del cuento macabro que estamos viendo, y la cinta no tiene miedo en llegar a esos lugares. Puede ser un poco cuestionable esos detalles, y sean esos mismos los que le hagan perder puntos. Pero fuera de todo eso, el filme es entretenido, soberbio y fascinante, todo sostenido por un elenco que lo da todo, especialmente Pike que saca provecho a sus líneas como una diosa.

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