Wonka | Review

Timothée Chalamet encarna con encanto y carisma al famoso personaje chocolatero creado por Roald Dahl en una historia que elimina toda acidez del tono amargado que tenía Wonka originalmente. 
Wonka (2023)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Paul King
Reparto: Timothee Chalamet, Calah Lane, Keegan-Michael Key, Paterson Joseph, Matt Lucas, Sally Hawkins, Rowan Atkinson, Jim Carter, Olivia Colman y Hugh Grant  
Disponible: En cines

Siguiendo con la moda de falta de creatividad en Hollywood y la búsqueda de la añoranza nos llega a los cines Wonka, una historia caprichosa sobre el origen del chocolatero más famoso de la ficción, que en esta ocasión es peculiarmente interpretado por nada menos que Timothée Chalamet, que aprovecha el espíritu de la interpretación del personaje que el icónico Gene Wilder en 1971 sin caer en la imitación o en la caricatura, y se aleja de la versión patética de Depp en el 2005. 

La tarea de hacer brillar al actor del momento y traer de regreso a la memoria popular Willy Wonka fue del director Paul King, quien con su estilo dulce y cómico que ya habíamos visto en las aclamadas películas de Paddington, se lo aporta a este nuevo proyecto musical, a menudo divertido, que carga con su propio encanto y descaro, a pesar de tener que cumplir con las reglas que rigen todas las franquicias potenciales, más aún de una propiedad intelectual valiosa como es la figura de Wonka. 

Sin dinero, pero con una canción que brota de su corazón, el despreocupado Willy Wonka (Chalamet) planea abrir una tienda de chocolates en una pintoresca ciudad ficticia de inspiración europea. Sin embargo, rápidamente descubre que los tres poderosos fabricantes de chocolate de la comunidad, apodados el Cartel del Chocolate (Paterson Joseph, Matt Lucas y Mathew Baynton), no quieren competencia y reclutan al corrupto Jefe de Policía (Keegan-Michael Key) para mantenerlo fuera del negocio. Sin inmutarse, Wonka está decidido a luchar por su sueño realidad, y para eso se hace amigo de la valiente niña llamada Noodle (Calah Lane). 

Como el Wonka original en pantalla, Wilder ha sido durante mucho tiempo la versión ideal del personaje para la mayoría de los cinéfilos; un inventor excéntrico e impredecible con una vena cómica fuera de lugar. Depp hizo que el personaje fuera mucho más peculiar y extraño, por no decir vagamente siniestro, pero Chalamet interpreta al joven Wonka, uno que es mucho más amable y travieso, un tipo optimista con los ojos muy abiertos y al mismo tiempo muy confiado. 

Sin dudas lo mejor de la película es el carisma y el abundante encanto de Chalamet, mismo que utiliza para hacer un Wonka entrañable, sin ser empalagoso o caricaturesco. Como todos los Wonka, este también se enfrenta a una historia de fondo melancólica. Su deseo de abrir una tienda está inspirado en su querida madre (Sally Hawkins), quien le inculcó el deseo de ser bueno con los demás. Lleno de alegría, pero con el corazón roto, este Wonka tiene suficiente matiz para que entendamos su positivismo.

Un punto interesante es que la película habla abiertamente de temas de la vida real como la muerte, la pobreza y la desigualdad económica, al igual que Paddington; y los toca de una forma profunda sin huir de ellos, incluso les da un toque optimista, o en mejores palabras buscando el lado bueno de esos temas.

King sigue demostrando su capacidad para crear películas familiares con temas profundos y con mucha sofisticación emocional, capturando las maravillas de la infancia sin menospreciar al público más adulto. Al reunirse con el guionista Simon Farnaby, aplica el mismo enfoque a Wonka, incorporando chistes visuales, fragmentos tontos de enfrentamientos verbales y melodías alegres (escritas por Neil Hannon) junto con digresiones ocasionales más oscuras que son un homenaje a la visión más ictérica de la humanidad de Dahl.

Sin dudas la roba escenas del filme es la gran Olivia Colman, quien en particular se nota que disfruta su papel de la señora Scrubitt, una comerciante malvada de corazón. Realmente uno como espectador compra que el personaje sea así, sin necesidad de profundizar en su pasado, ya que la relación con su compinche ayuda lo suficiente para entender al personaje y sus motivaciones.

Pese a todo lo bueno que podamos mencionar del filme, no hay que ir muy lejos para no captar por completo las normas con las que trabajó King, ya que se nota las intenciones claras de Warner para hacer de esto más películas (secuelas); pero el intelecto del director supo como manejar esas ataduras para hacerlas de forma orgánica e incluso un poco cínicas; no por nada eligió al villano de Paddington 2, Hugh Grant, como Lofty, un Oompa-Loompa irónicamente gruñón que tiene una cuenta pendiente con Wonka. 

La melancólica partitura de Joby Talbot entreteje astutamente elementos que conectan con el clásico tema ‘Pure Imagination‘ de la cinta de 1971, al tiempo que insinúa que el fantástico chocolatero pronto se convertirá en Wonka. Aun así, el buen humor de Wonka (y su mensaje de defender al pequeño) se ve ligeramente disminuido por esas consideraciones corporativas, así como por una segunda mitad demasiado exagerada cuando Wonka se enfrenta al Cartel del Chocolate, lo que lleva a escenas de acción tensas. 

Los números musicales de Hannon son espectaculares, que se ven amplificados por la sencilla puesta en escena de King. En secuencias como ‘For A Moment‘, donde Wonka le muestra a Noodle lo hermoso que es el mundo, los resultados pueden ser tan inventivos y mágicos como cualquiera de los brebajes de Wonka, además que es un placer ver el diseño de producción en esta escala. 

Wonka, es nuevamente un Paul King entregado al dulce, y como cualquier dulce, en mucho contenido puede ser empalagoso, pero el cineasta sabe como dosificar ese sabor; esperemos que Warner no lo arruine en el futuro.

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