La gran exclusiva | Review

Gillian Anderson se mete en la piel de la periodista Emily Maitlis, la encargada de realizar la explosiva entrevista con al Príncipe Andrew donde habló sobre su amistad con el delincuente Jeffrey Epstein, que lo llevó a perder su credibilidad popular. 
La gran exclusiva (2024)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Philip Martin
Reparto: Gillian Anderson, Rufus Sewell, Billie Piper, Keeley Hawes y Romola Garai
Disponible en Netflix el 05 de abril  **Vista en screening**

Era solo cuestión de tiempo para que alguien se atreviera a realizar una película sobre uno de los momentos más tensos y sorprendentes ocurridos en los últimos años. Se trata de la entrevista de Emily Maitlis en BBC Newsnight de 2019 con el príncipe Andrew, en la que lo cuestiona por ser amigo del traficante sexual y abusador Jeffrey Epstein. La actuación del príncipe fue tan grotescamente vergonzosa que entre las muchas consecuencias, lo llevó a perder sus títulos reales y “dar un paso atrás” a sus deberes públicos, detalle que se nos dice en los créditos de la película.

La película arranca asumiendo que el espectador sabe quien fue Jeffrey Epstein, cuales fueron sus delitos, mismo que al día de hoy sigue generando misterios. Teniendo ese aspecto claro, La gran exclusiva, elude en su título genérico lo que nos quiere ofrecer, eso es, contarnos de manera convincente un evento periodístico, las pasiones que esto genera y la búsqueda implacable de la verdad. Es así como vemos como se forma un equipo de talentos para asegurar una entrevista, una que causaría tal conmoción a nivel mundial, y que además recibiría muchos premios.

Rufus Sewell, con mucho maquillaje protésico, interpreta al pomposo príncipe de Gran Bretaña, un cobarde infantil de cara hinchada cuya sonrisa engreída es la de alguien acostumbrado a que cada chiste tonto o grosero sea recibido con carcajadas, y cada observación tonta recompensada con un gesto solemne, pero todo eso se le derrumbó cuando se tuvo que enfrentar a Emily Maitlis, interpretada de manera solemne por Gillian Anderson, en una entrevista que salió muy mal para él. 

Adaptado del libro de McAlister sobre el proceso para conseguir la entrevista con el príncipe Andrew, La gran exclusiva enfatiza el periodismo eficaz y en el empoderamiento que tuvo todo un equipo entre ellos la ya mencionada Maitlis, Samantha McAlister (Billie Piper), la autora del libro y Esme Wren (Romola Garai). Pero el guion de la cinta también tiene cuidado de incluir preocupaciones sobre su victoria, entre ellas las reacciones que ocurrieron en redes sociales sobre los trapos sucios que expusieron, y que fácilmente en las próximas semanas el tema quedaría olvidado, o tapado con otra noticia. 

La película Philip Martin camina en los mismos territorios narrativos de otras películas que nacen en la era de #MeToo como fue la denuncia de acoso de Fox News en Bombshell o la búsqueda de historias sobre el abuso de Harvey Weinstein en She Said. Donde la interpretación de Anderson se presenta como un torbellino que logra sostener la cinta incluso en los momentos débiles. 

Un detalle interesante de la cinta, es que no solo vemos la historia desde el punto periodístico, sino que también explora efectivamente el otro bastión, el del establishment británico involucrado, liderado por Rufus Sewell, quien desaparece detrás de una aplicación excepcional de prótesis como el Príncipe Andrew. También conocemos a la angustiada secretaria privada del príncipe, Amanda Thirsk (Keeley Hawes), quien había estado lidiando por más de diez años los estragos de la desafortunada fotografía donde se veía al príncipe británico caminando con Epstein en las calles de Nueva York.

Debido a esa foto, la reputación del aristócrata venía muy mal, y una oleada de rumores y noticias sobre Epstein, es que la intrépida productora Sam McAlister, decide seguir sus feroces instintos periodísticos para lograr una entrevista frente a la remilgada aprehensión y la altivez de sus colegas; y es así como inicia un cortejo hacia Amanda, la discreta secretaria privada de Andrew, a la que Sam incluso la invita a tomar una copa en un bar privado. 

Algo curioso es que en ningún momento la cinta muestra a Amanda Thirsk preocupada por las víctimas de Epstein, simplemente piensa en la inocencia de Andrew, y el como le ha afectado esa foto en su vida. Por lo cual su destino está sellado cuando persuade e influye en la decisión de aceptar que el hombre realice esa entrevista. Pese a que hay un asesor de medios en el equipo que se muestra muy tenso y que desaprueba la idea de la entrevista y, por supuesto, tenía razón en el nivel básico de relaciones públicas. Y, sin embargo, su exclusión del proceso de discusión no arroja luz sobre lo que creían los funcionarios de Palacio sobre el comportamiento de Andrew.

El segundo acto de la cinta es la recreación de la entrevista de la BBC. Anderson y Sewell son fuego puro, ambos sacan todo su arsenal para darnos cátedra, los dos intérpretes se concentran en los minuciosos detalles y en el lenguaje corporal que tuvieron las personas en la vida real, lo que aporta una verosimilitud estremecedora a la película, especialmente en los momentos más densos, que concluye con un ataque verbal tan perfecto de Anderson.

Lo más importante es que La gran exclusiva, no olvida a las víctimas, ya sea con un montaje de rostros en fotografías que enmascaran sueños destruidos, o McAlister observando a adolescentes divirtiéndose en un autobús y dándose cuenta de que fácilmente podrían haber quedado atrapados en un mundo infernal e ineludible. Tampoco la cinta busca ser una fuente de opinión pública, simplemente cuestiona, con el escepticismo apropiado y un hábil dramatismo, los riesgos periodísticos y los roles de poder.

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